viernes, 12 de diciembre de 2008

Aquellos recuerdos.

Reunirme con èl en su casa ya se habia convertido en algo comun; nuestros encuentros eran motonos: nos veiamos, nos besabamos, me acostaba con el.
Él se había convertido en aquella droga que necesitaba, era justo lo que yo buscaba. Perfecto para mis dimensiones. Me daba lo que le pedía, lo que necesitaba. Con solo mirarme me entendía.
Me cuidaba como si fuera mi papá, y me observaba como si yo fuese una niña; después de todo, lo era y mis acciónes no demostraban lo contrario. Yo estaba en una cuerda floja, y el estaba allá abajo, para atajarme si yo caía. Jamás pude pensar en alguna separación, era imposible para mi vivir sin él; ¿qué iba a ser de mí?, ¿quién me iba a cuidar?, me sentiría sola, triste y abandonada. Mis irritaciónes y mis no-madurez lo llevaron a dejarme, a abandonarme y tratar de rehacer su vida pero esta vez sin mí. Sin embargo, yo sé que él conserva en su memoria imágenes mías; sé que aún recuerda los momentos que vivímos juntos. Confío; aún confío...

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